sábado, 20 de diciembre de 2014

Abril de 1944

Estoy leyendo un libro que me hizo pensar en otro libro, un libro pequeñito que escribió una niña de creo catorce años mucho tiempo atrás. Lo que más se valora de ese libro ahora es el testimonio sobre la época y las condiciones en que una familia como la suya sobrevivía. Sin embargo, cuando pienso en él, es un fragmento el que recuerdo siempre (bueno, dos, pero el segundo lo dejaré para otra ocasión):

Cuando escribo se me pasa todo, mis penas desaparecen, mi valentía revive. Pero entonces surge la gran pregunta: ¿podré escribir algo grande algún día? ¿Llegaré algún día a ser periodista y escritora? ¡Espero que sí, ay, pero tanto que sí! Porque al escribir puedo plasmarlo todo: mis ideas, mis ideales y mis fantasías.

¿Suena familiar? Se trata del diario de Ana Frank. Estas líneas, específicamente, las escribió un miércoles 5 de abril de 1944. Si has leído el libro, querido lector imaginario, entenderás y verás que el testimonio esconde mucho más que un simple deseo juvenil. Y si no, pues entonces no sé que esperas: es un libro que leerás muy rápidamente y que, sin embargo, demorarás bastante en olvidar.

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