sábado, 31 de mayo de 2014

13 de 40 (o no-bake cupcakes)

Te confieso que no estaba nada emocionada por esta receta. Imaginaba que estos no-bake cupcakes serían como una de esas barritas energéticas que te venden en los restaurantes vegetarianos (a mi madre le fascinan). Decidimos prepararlos de una vez porque de todas formas tendríamos que hacerlo en algún momento antes de que acabe el año, pero felizmente puedo decir ahora that i was wrong.


Estos no-bake cupcakes no son más que la mezcla de mini marshmallows, arroz atómico, coco rallado, nueces, hojuelas de maiz y quinua pop (puedes ver todos esos ingredientes en la foto anterior, siguiendo el sentido del reloj). También tiene chips de chocolate (al centro), ingrediente sumamente importante, aunque, si no lo tienes, puedes hacer como nosotras y picar con cuidado un par de barras de chocolate bitter que sobraron de la receta anterior.


Lo que hace que todos estos ingredientes se unan son los mini marshmallows derretidos con un poco de margarina. Cuando obtienes la mezcla blanca, brillante y cremosa solo debes agregar el resto de ingredientes secos (el chocolate, para que no se derrita mucho, lo tienes que agregar al final).



Después solo debes rellenar los moldes de cupcakes previamente engrasados con un poco de aceite y llevarlos a la refrigeradora por media hora. Cuando estén listos tendrás algo así:


A mis padres le gustaron, sobretodo por el valor añadido de que casi todos los ingredientes usados para estos cupcakes que en realidad no son cupcakes pueden catalogarse como nutritivos. Así que debes recordar que no son buenos los prejuicios. Esta receta terminó siendo igual de buenas que las otras, además de bastante creativa. Hay que tener más confianza y pensar que si el resultado no hubiese sido bueno nuestra querida Miss Cupcakes no hubiese incluido esta receta en su libro, ¿no?


Y mira: con los marshmallows al lado quedaron bastante bonitos.

lunes, 19 de mayo de 2014

After all this time?

Comencé a leer los libros de Harry Potter justo antes de cumplir los once años. Como miles de niños en el mundo, yo también, aunque sabía que todo era ficción, miraba a veces por mi ventana para ver si la silueta de una lechuza aparecía con la carta de Hogwarts que nunca me llegó. Como miles de niños también, crecí con los siete libros a mi lado, devoré el último cuando ya no era tan niña, y volví a leerlos una y otra vez después. Empecé a leer otras cosas, por supuesto, pero nunca dejé estos maravillosos libros para niños completamente de lado. Siempre, en cualquier momento, sin importar la novela que estuviese leyendo, podía ir a mi estante, escoger uno de los siete tomos, abrirlo en una página al azar y comenzar a leer. Y nada me distraía. A veces era por puro placer. A veces era un medio de escape. No importaba qué sucediera en el mundo, los libros de Harry Potter tenían el poder de abstraerme completamente de la realidad, más que cualquier otro libro.

Cuando me preguntan por mi libro favorito, sin embargo, casi siempre escojo uno de mi querido Gabo o, últimamente, de José Saramago. Son autores increíbles y me encantan, pero sus libros no los he leído una y otra vez como lo he hecho con los de Rowling y, si algún día tengo hijos, serán los libros de Harry Potter los primeros en ocupar sus estantes y solo después les compraré un ejemplar de Ensayo sobre la ceguera o Cien años de soledad.

Pero me estoy yendo por las ramas, querido lector imaginario. Hoy quería escribirte porque hice algo que no hacía desde hace muchísimo tiempo. Te decía que yo leía y releía los libros de Harry Potter, sin por ello dejar de leer otras cosas. Pues ese hábito lo abandoné poco después de comenzar la universidad. Nunca me dejó de gustar Harry Potter, por supuesto. Esperé las películas con ansias como el resto y todavía estoy cruzando los dedos para que mis padres se animen a visitar el parque temático que han abierto en Orlando (por favor cruza los dedos conmigo). Pero sí dejé de leer los libros. Me sabía de memoria pasajes enteros. Supongo que era normal que un día dejara de releerlos. Los libros de Harry Potter nunca dejaron de ocupar un lugar privilegiado en mi estante, pero poco a poco el polvo empezó a apoderarse de ellos.

Hasta ahora.

El viernes estaba muy ansiosa. Cosas que suceden, cosas que no, no vale la pena hablar de eso ahora. Estaba muy ansiosa y vi mi preciosa colección de libros en un rincón. Me pregunté si sería mucha la diferencia entre la edición americana y británica. Yo siempre había leído los libros de Scholastic, la editorial que los publica en Estados Unidos, pero esta navidad me habían regalado también los de Bloomsbury, la editorial que los publicó por primera vez en el Reino Unido, y hasta ahora no había tenido la oportunidad de leerlos (o releerlos, mejor dicho).

Así que escogí uno, The Deathly Hallows, el último, y me acomodé en la sala para leer. Y muchas horas después descubrí que no había hecho otra cosa más que leer y leer, sin distraerme con las preocupaciones del día a día como me solía suceder. Es que, aunque me encanta leer, he tenido ese problema ya por varios meses. No importa cuán bueno sea el libro que lea, no logra abstraerme totalmente. Me distraigo. Lo dejo a la mitad. Estoy tan preocupada por las cosas de este mundo que no logro sumergirme en el ficcional. Pero eso no me pasó el viernes. Como cuando era niña, leí y leí y no dejé de leer hasta que alguien más me hizo darme cuenta de que tenía otras cosas que hacer. El sábado leí toda la tarde y el domingo, todo el día. Tenía cosas que hacer para el lunes, pero terminé el libro en la noche, satisfecha por haber empleado mi tiempo en algo que realmente disfruté.

Y eso es lo que quería contarte, querido lector imaginario, que me encanta el mundo mágico de Harry Potter y que, aunque siga pasando el tiempo, creo que siempre me va a encantar. No importa cuántos nuevos autores descubra, no importa cuántas nuevas obras me atrapen después, los libros de Harry Potter siempre serán los principales en mi estante, siempre serán un refugio maravilloso y confiable, como el amor de Snape por la mamá de Harry (y no te atrevas a preguntarme quién es él).


Así que, como le pregunta Dumbledore a Snape: After all this time?
Sí, querido lector imaginario, after all this time. Always.

lunes, 12 de mayo de 2014

12 de 40 (o cupcakes de pie de manzana)

Estos son los cupcakes que nos propone el libro de Miss Cupcakes para el día de la madre.


Se trata de pequeños pies de manzana y, si bien no son exactamente cupcakes, para mi mamá estos fueron los más ricos que ha probado hasta ahora, de los doce que ya hemos hecho (no sé si el que fuera su día influyó en su decisión).

Te recomiendo muchísimo hacerlos, querido lector imaginario. Solo ten cuidado de no comerte todo el relleno antes de meter los pies al horno. La mezcla de manzana, maicena, azúcar y canela es demasiado rica como par resistir la tentación de comer un poco.


No nos quedaron igual de dorados y prolijos que la versión oficial, pero creo que sí nos salieron igual o más ricos. Perdona la falta de modestia pero estaban deliciosos. Y no sabes lo ricos que son en una noche de estudio justo antes de comenzar la semana de exámenes parciales en la universidad.


Sí, querido lector imaginario, hoy tuve el primero, justo después del día de la madre. Creo que me fue bien, pero, como la semana todavía no acaba, probablemente debería dejar de escribirte y comenzar a estudiar otra vez. Deséame suerte (y mucha fuerza de voluntad).

jueves, 1 de mayo de 2014

11 de 40 (o snickerdoodle muffins)

Hoy no hice ejercicio con la bicicleta, querido lector imaginario. Es más, hice lo contrario: preparé cupcakes y me comí un par. Bueno, no, esta vez no fueron cupcakes sino muffins, snickerdoodle muffins, para ser precisa, aunque no, no están hechos de snickers como se podría pensar. El nombre me gusta mucho. Snickerdoodle muffins. Snickerdoodle muffins. Snickerdoodle muffins. Es divertido pronunciarlo rápidamente, no lo puedes negar.

Pero ¡vamos a la receta! Son dos cosas las que me gustaron de esta. La primera es que la masa es súper airosa, muy, muy ligera. Pienso que puede deberse a que uno de los ingredientes es yogurt natural. La otra cosa que me gustó mucho es la canela y azúcar que se le agregan al final. Uno de mis postres favoritos son los rollitos de canela, los cinnamon rolls, los kanelbullar. Por eso, cuando tuvimos que rodar una parte de la masa en la mezcla de canela y azúcar me emocioné.


Después solo tienes que rellenar los pirotines con mucho cuidado. Si fuera por mi, hubiera doblado la cantidad de azúcar y canela. Pero supongo que depende de cada uno. Ah, por cierto, un ingrediente que encontramos extraño fue la nuez moscada. Tiene un olor y sabor demasiado fuerte que al principio no nos gustó. Pensamos que los muffins hubieran sido más ricos sin nuez moscada, pero fue solo al principio, porque después, no sé, después cada muffin se convierte en una unidad inseparable, en un todo que no sería el mismo sin una de sus partes, en un ser indivisible, intangible, inviolable, ¿tiene sentido? Por supuesto que no, así que continuemos.


Cuando saques los cupcakes, perdón, los muffins del horno el olor te enamorará. Es la magia de la canela y azúcar a alta temperatura, querido lector. Por cierto, algo que nos sorprendió de esta receta fue la cantidad de muffins que salieron: una docena de muffins regulares y media docena de muffins grandes. ¡Y nos sobró un poquito de masa al final!


Pero se acaban rápido, como siempre. Un par por aquí, un par por allá. Yo misma, como te dije al principio, soy culpable de haber comido más de uno. Es que la canela, querido lector imaginario... ¿ya te dije que uno de mis postres favoritos son los kanelbullar?