martes, 24 de junio de 2014

18 de 40 (o cupcakes de coca-cola)

Suena raro, ¿no? Pero existen y los preparamos un par de días atrás
(mientras veíamos una serie en la laptop, como lo puedes notar).


La receta me pareció un poco extraña, porque en un punto teníamos que hervir la coca-cola. Lo hicimos de todas formas, confiando en el libro, y luego unimos la preparación líquida a la seca para preparar los bizcochitos.



El frosting no es un frosting sino un icing. ¿Cuál es la diferencia? No tengo idea. En la fotografía del libro el icing no parece tener tanta contextura, parece ser más líquido, pero cuando lo preparamos nosotras, no nos quedó exactamente igual. Llevaba un poco de coca-cola, mantequilla y, por supuesto, azúcar impalpable (por cierto, hay un pequeño fe de erratas porque el libro se olvida de mencionar en qué momento se agrega la mantequilla). Lo que hicimos nosotras, para que nuestro icing se pareciera más al de la imagen, fue agregarle un poco más de coca-cola. Y nos quedó así:


Por supuesto, para que el cupcakes te quede más bonito, tienes que agregarle un poco más de icing y esparcirlo mejor. Y para no olvidar que son de coca-cola puedes usar una cañita como decoración (esta última no es comestible, no lo olvides).


No estoy todavía muy segura de si la receta nos salió bien o mal, querido lector imaginario, pero, como siempre, los cupcakes estuvieron ricos. Lo único extraño era saber que eran de coca-cola. A mí no me gusta la coca-cola, así que, a pesar de que apenas se sentía no podía dejar de pensar en que eran los cupcakes menos saludables que habíamos preparado.

lunes, 23 de junio de 2014

17 de 40 (o sundae cupcakes)

Ya hemos preparado los bizcochos de chocolate y el frosting de vainilla antes y el ganache de chocolate es igual al de nutella sin nutella, así que puedes tener todo listo en un dos por tres.


Antes de colocar el frosting, tendrás que rellenar los cupcakes con el ganache de chocolate. ¿No sabes cómo hacerlo? Pues mira este video de aquí.


Se ve bastante divertido, ¿no?
Así fue como mi hermana y yo lo hicimos.




Después les colocamos el frosting de vainilla encima y los decoramos con unas líneas delgadísimas de chocolate derretido, un poco de chocolate ralladoalgunas y una gragea en la punta, para darles color.


Bastante simples, pero bastante ricos.


Prometemos seguir practicando con la manga para decorar, querido lector.

sábado, 21 de junio de 2014

Una historia de amor, Okay?

Acabo de terminar de leer un libro: The Fault in Our Stars, by John Green. No soy una seguidora suya, aunque sí sé que es ultra mega hiper famoso en Youtube, pero quise leer el libro para ver what was all the fuss about, if you know what I mean.

No estuvo mal. Sé que probablemente no es el comentario que los escritores esperan de sus libros, pero yo debo ser honesta: no estuvo mal. La historia es bonita, aunque, si te la resumen probablemente te parecerá increíblemente trillada. Es un boy meets girl excepto que, en vez una exenamorada despechada que les haga la vida imposible o padres que se opongan a la relación, el obstáculo se presenta en la forma de cáncer terminal. Si te soy sincera, querido lector imaginario, a mí no me gustan este tipo de historias. De hecho, de un tiempo a esta parte hasta me causan repulsión. Pero sí creo que le hago justicia al decir que esta es bonita, porque incluso yo, que reniego cuando encuentro a un prince charming, sonreía cuando el coprotagonista respondía con alguna frase inteligente y te confieso que, al final del libro, casi lloré (casi, lector imaginario, casi, aunque tal vez por motivos totalmente distintos). Creo que, justamente para evitar que su historia sea demasiado trillada, el autor trató de escribir de la manera más real posible, trató de meterse verdaderamente en la cabeza de su protagonista y narrarlo todo con el lenguaje de una americana de dieciséis años de edad. Funcionó en parte, creo. Lo malo es que el lenguaje de una dieciseisañera de Estados Unidos no es el ideal para un libro, creo yo. Me hubiera gustado contar la cantidad de veces que aparecen las palabras "like" y "whatever" en el texto. ¡Demasiadas! No solo en los diálogos, sino también en la propia narración. De nuevo, entiendo que fue la decisión del autor hacer uso de este lenguaje, pero, no lo sé, querido lector imaginario, si de pronto yo comenzara a escribir like, I don't know, diferent, like just diferent or whatever, ¿te gustaría? Creo que no.

Pero la historia es bonita. Como cuando leí The Perks of Being a Wallflower. Un libro simple y bonito que, aunque no se vaya a consolidar como el libro del siglo, vale la pena leer. O ver la película, tal vez. Creo que pudo haber estado mejor escrito, sí, pero, bueno, quién soy yo para juzgar. Hay muchas citas bonitas (de hecho el toparme a cada rato con ellas en internet fue una de las razones que me llevaron a leer el texto) y, aunque la mayoría son demasiado cursis para mi gusto, con una y otra realmente me identifiqué. Ahí te dejo la imagen para que las leas tú también, querido lector imaginario. Dime si alguna te parece especialmente interesante, Okay?

lunes, 16 de junio de 2014

16 de 40 (o cupcakes de whisky)

Estos son los cupcakes que Miss Cupcakes nos propone para el dia del padre, cupcakes de whisky, aunque te confieso desde ahora que, al final, no terminamos preparándolos como debía ser. En vez de whisky usamos Baileys, porque fue lo que encontramos en mi casa y pensamos que no quedaría mal. 


Primero, preparamos los bizcochitos de chocolate que siempre preparamos.


Luego les hicimos muchos huequitos con un mondadientes y preparamos el almíbar de whisky (o de Baileys) para bañarlos e impregnarlos de su sabor y olor.


Después preparamos el frosting.


Y, luego, con una boquilla en forma de estrella los decoramos así.



No sé tú, querido lector imaginario, pero a mí me encantaron cómo quedaron. Pudimos haber utilizado una boquilla más grande para que se parezcan aún más a los cupcakes del libro, pero creo que de todas formas quedaron bastante bien. De hecho, si bien muchas recetas nos han salido bien, creo que estos son los cupcakes que más se parecen a los del libro. Por lo menos en apariencia porque, como te dije, querido lector imaginario, nosotras decidimos cambiarle el sabor. Y, bueno, lo importante es que a mi papá le gustaron y le gustaron muchísimo.



Y si te preguntas por qué hay jamón y queso en el fondo de la última foto es porque los cupcakes se los dimos como regalo en el desayuno. Espero que tú también hayas tenido un bonito día del padre, querido lector.

viernes, 13 de junio de 2014

15 de 40 (o cupcakes de nutella)

Nutella.


Qué puede salir mal.

Pues, nada, querido lector imaginario. Nada. Los cupcakes de nutella son unos bizcochitos de chocolate rellenos de ganache y frosting de nutella. Dime. Cómo puede algo como eso salir mal. El único peligro, como lo podrás imaginar, es acabarte uno de los ingredientes antes de que toda la preparación esté lista, pero yo sé que con mucha fuerza de voluntad podrás evitar la tentación.

Primero, preparamos los bizcochitos de chocolate que ya tantas veces hemos preparado:



Después, con crema de leche hervida, trozos de chocolate bitter y una buena cantidad de nutella, preparamos el delicioso ganache (recuerda no comértelo todo antes de tiempo):



Después de rellenar los bizcochos con el ganache, preparamos el frosting
(más nutella, crema de leche, un poco de mantequilla y mucha azúcar impalpable):




Et voilà !


Lo sé, la decoración no es la mejor. Lo ideal hubiera sido decorar los cupcakes con un par de avellanas (después de todo la Nutella no es otra cosa que crema de avellanas), pero no las conseguimos así que les pusimos solo un par de grageas encima. Y, bueno, todavía no somos las mejores con la manga para el frosting, pero yo sé que, con la práctica, cada vez nos quedarán mejor. Además, más importante que cómo se vean por fuera es cómo sea vean por dentro:



Y, antes de olvidarlo, debo hacerte una advertencia, querido lector imaginario. Si es que estabas pensando en que uno de los aspectos positivos de preparar esta receta sería que después te sobraría Nutella, déjame decirte que más equivocado no podías estar.


Sí, pero igual no te arrepentirás.

jueves, 12 de junio de 2014

Las ciclovías y los conductores con complejo de ciclista

Manejar bicicleta en Lima no es cualquier cosa. A pesar de que todos los días recorro el mismo camino para ir a clases, cada salida es una nueva aventura porque nunca sabes con qué clase de conductor te cruzarás. Sucede que, en la variada y maravillosa fauna limeña, se puede encontrar de todo: desde aquellos conductores que cuando te ven te sonríen y te ceden el pase, hasta aquellos que piensan que las ciclovías son solo para decorar.



Todos los días me encuentro por lo menos con uno que decidió ganarle a los demás utilizando el camino para bicicletas. Casi siempre, cuando el distraído conductor viene en sentido contrario y se encuentra conmigo frente a frente, me detengo sin alterarme y espero a que el otro reaccione y vuelva a su carril. Sería mucho más fácil hacerme yo a un lado, dejar que el carro continúe y volver a la ciclovía después, pero lo fácil no siempre es lo correcto. La mayoría de veces los conductores fingen sorpresa, se disculpan y me dejan pasar. En esos casos yo solo les sonrío y continúo feliz (después de todo sé que en Lima el respeto por los ciclistas recién se está ganando). Pero de vez en cuando aparece uno que se molesta cuando no me muevo y me mira indignado, como si la que estuviese cometiendo la falta fuera yo.

Ciclovía desde Brasil hasta la Plaza de la Bandera
Eso me pasó esta mañana, cuando iba a la universidad. Me encontré con un carro que avanzaba campante por la ciclovía, en dirección contraria a la mía. Apenas tuvo tiempo para detenerse cuando me vio. Yo pude haberme pegado a mi izquierda y él pudo haber continuado su camino, pero decidí esperar a que se moviera él. Desde el carro, el conductor y la señora que se encontraba a su lado gesticulaban para que yo me hiciera a un lado. Yo les sonreía tranquila y, cuando me di cuenta de que se estaban demorando demasiado, se me ocurrió sacar mi celular. Y justo a tiempo porque, mientras la señora gritaba, el conductor había empezado a avanzar amenazadoramente en mi dirección. Yo, sin retroceder un milímetro, solo enfoqué la cámara y tomé una foto para capturar el precioso momento. 

El auto en cuestión (placa: B3W-550)
Hubieras visto la cara del pobre conductor cuando me vio haciendo eso. Volteó el rostro y, por supuesto, dejó de avanzar. A mi lado, desde uno de los autos que, a pesar del tráfico, habían decidido respetar la ciclovía, me aplaudieron. Yo me reí, pero no pude evitar sentirme inmensamente acompañada en ese momento. Entonces la señora que seguía gritando al lado del conductor se bajó furiosa del auto y se acercó. Me dijo que si acaso estaba sorda, que me estaban diciendo que me moviera, que yo tenía espacio y no sé qué otras cosas más. Yo solamente le sonreía y, cuando dejaba de gritar, le repetía que estaba en la ciclovía. Probablemente esa actitud le molestó más. Estoy segura de que tenía ganas de insultarme, quién sabe si hasta de pegarme, pero con mi cámara enfocando su auto y su rostro, no iba a ser capaz.

She wants to hurt me!
La señora volvió a su carro cuando el conductor logró que le dieran pase para volver a su carril. Imagino su exasperación, no solo porque no logró intimidarme, sino también porque probablemente habían perdido conmigo el par de minutos de ventaja que habían planeado ganar al hacerse los vivos. Yo los seguí con mi cámara hasta que nos cruzamos y no borré de mi rostro la sonrisa que seguro irritó a la señora aun más. Y si bien ahora que cuento toda la historia ya no suena tan interesante, querido lector imaginario, te juro que esta pequeña victoria me hizo el día.

Porque, al final, se trata de eso, de hacer respetar nuestros derechos. En verdad, ¿cuán difícil es entender que las ciclovías son para las bicicletas? ¿O es que en el fondo los conductores limeños tienen un complejo de ciclista que los hace invadir nuestro carril? Estimada señora, si usted me está leyendo, dígame, ¿por qué si yo no me subo a las veredas ni le pido a los peatones que se muevan cuando quiero ir más rápido usted podría entrar a la ciclovía y hacer lo mismo conmigo? ¿Por qué piensa que el estar apurada le da derecho a ignorar las reglas y poner mi vida en peligro? ¿Sabe usted, estimada señora, que hoy pudo haberme arrollado con su carro? ¿Qué hubiera dicho entonces?, le pregunto. ¿Hubiera seguido pensando que yo estaba equivocada, que usted tenía derecho a ir por donde se le daba la gana? Espero, querida señora, por el bien de Lima, que no. Y un consejo: si de verdad estaba tan apurada, si de verdad quiere evitar el tráfico de las mañanas, le recomiendo hacer como yo y cambiar el carro por la bicicleta. A veces es peligroso, es cierto, pero solo por personas como usted y el que supongo habrá sido su marido. Espero sinceramente que cada vez sean menos.

miércoles, 4 de junio de 2014

14 de 40 (o cupcakes de tres leches)

A diferencia de los anteriores, tenía ganas de preparar estos cupcakes desde que le di la primera leída al libro. Son cupcakes de tres leches. Un bizcocho dulce y jugoso. Canela encima. El sabor a leche condensada por todo sitio. Y ahora en forma de cupcakes. ¿Qué puede salir mal?


¡Felizmente nada! Seguramente estabas esperando que te dijera que no resultaron ser tan ricos como los imaginaba, pero no fue así. El bizcocho de los cupcakes es súper airoso. Se baten primero las yemas con el azúcar. Luego se baten las claras hasta formar picos y se las incorpora a la preparación anterior. Luego se le agrega la harina cernida et voilà: dieciocho cupcakes listos para el horno (sí, este receta es para dieciocho y no solo doce cupcakes, como si Paloma hubiera anticipado el éxito que iban a tener).



Cuando los saques del horno, querido lector imaginario, debes hacer muchos huequitos con algo puntiagudo para poder agregar la mezcla de leche, crema de leche y leche condensada que hará de este común bizcocho uno súper dulce y humedito. 



Después tienes que preparar la cobertura. Sobre este punto mi hermana y yo tuvimos algunas dudas porque como esta se preparaba exclusivamente a base de crema de leche no sabíamos cuánto tiempo se conservaría fuera. Como era de noche, decidimos levantarnos temprano para terminar con la decoración. Tuvimos un par de problemas técnicos. Como podrás recordar, querido lector imaginario, cuando preparamos los cupcakes de limón y hierbaluisa el frosting, también hecho con crema de leche, se cortó. Pues ahora ya sabemos por qué. Batimos la crema de leche a velocidad máxima, se formaron los picos, batimos un minuto más y la mezcla se malogró. Como creíamos saber exactamente qué había pasado decidimos volver a hacerlo (no le contamos a mamá del incidente porque ella odia que desperdiciemos ingredientes). Esta vez dejamos de batir a tiempo y, bueno, nos quedó mucho mejor.

Así debe quedar.
Así no.

Creo que estos cupcakes salieron muy bien. Como teníamos varios, decidí empaquetar algunos y visitar a mis antiguos jefes en la oficina. Simplemente aparecí ahí y, mientras ellos comenzaban a preguntarme qué había sido de mi vida, revelé los cupcakes y les di a cada uno un par. Creo que extrañaban eso. También le llevé un par a una amiga. Y mi hermana llevó unos cuantos a su universidad. 


Tal vez la parte más gratificante fue cuando le dimos uno a mi mamá en el desayuno y le dijimos que adivinara de qué sabor eran. ¡Tres leches!, fue su respuesta. En la noche nos preguntó si todavía nos quedaba alguno y, cuando le dijimos que no, nos dijo que no dejáramos pasar mucho tiempo sin hacer otros más.


Le haremos caso.