Lo sé, lo sé, se suponía que prepararía los cupcakes helados, pero mi dentista me dijo que por diez días solo podía comer alimentos blancos, así que lo tuvimos que posponer. Pero valió la pena, porque si en este momento te estoy escribiendo es solo porque se acabaron los cupcakes de limón y hierbaluisa que terminamos preparando. Si no, seguiría comiendo.
Ahora, estos cupcakes resultaron, cómo decirlo, un poco complicados. Digamos que mi hermana y yo tuvimos un par de problemas técnicos con el bizcocho y el frosting, pero el resto nos salió bien. ¿Captaste el sarcasmo, querido lector imaginario? Lo curioso es que, a pesar de aquellos problemas técnicos, los cupcakes salieron ridículamente ricos. Ridículamente ricos, te digo. Pero vamos paso a paso, para que puedas entender.
Lo primero que hicimos fue preparar el jarabe de hierbaluisa. No es nada del otro mundo, pero como yo de todas formas tomé fotos (últimamente le tomo fotos a todo).
Los bizcochitos de limón salieron bien. Excepto por un detalle: el polvo de hornear. Lo olvidamos, así que no crecieron mucho. Pero, bueno, esas cosas suelen pasar. Lo que hicimos fue cortar los bordes sobrantes de los pirotines para que pareciera que salieron de tamaño justo. Hay que usar el ingenio, ¿no?
Algo que disfruté muchísimo, por cierto, antes de meterlos al horno, fue rellenar los pirotines con una cuchara especial para helados. Es súper práctico, porque te permite echarle la misma cantidad de masa a cada molde, y sin ensuciarte tanto. También disfruté muchísimo pintar los bizcochitos con el jarabe que preparamos. Se les tienen que hacer huequitos con un mondadientes primero, por supuesto, para que le entre todo el sabor.
El frosting fue lo más difícil, no porque realmente fuera difícil (el procedimiento descrito en la receta es bastante simple), sino porque simplemente no nos salió. No me preguntes por qué, porque no lo sé. El punto es que los picos nunca se formaron y, cuando decidimos agregarle un poco más de azúcar en polvo pensando que eso lograría el efecto deseado, la mezcla se arruinó. Tenemos un par de teorías. Puede ser que alguno de los ingredientes estuviese malogrado, como la crema de leche, por ejemplo. O puede ser que batimos la mezcla por mucho tiempo, o por muy poco tiempo, o a una velocidad no apropiada, no lo sé.
Pero salieron bien, después de todo. No teníamos frosting y no nos animamos a rehacerlo (era casi media noche, espero que lo puedas entender), así que decidimos improvisar un poco y decorar los bizcochitos con azúcar impalpable, un par de hojitas de hierbaluisa y un poquito de ralladura de limón.
No quedaron mal, ¿verdad? Se ven ricos y, como cortamos los bordes sobrantes de los pirotines, no se nota que no crecieron mucho porque olvidamos el polvo de hornear. Estos cupcakes fueron un poco accidentados, por decirlo de alguna forma, pero, aunque no me creas, se han convertido en mis nuevos favoritos. Lo sé, lo sé, lo sé. Ya dije que los cheescake cupcakes eran mis favoritos, pero lo fueron hasta que probé estos de aquí. Es que la combinación de limón y hierbaluisa... tienes que probarlos, querido lector.
Y lo siento si es que no tengo una foto más bonita del cupcake (¿o muffin?) por dentro, pero, para cuando recordé que quería tomarle una foto, esto era todo lo que quedaba.
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