miércoles, 5 de febrero de 2014

Los problemas son relativos

Quería reproducir una cita para ti, querido lector imaginario. ¿El libro? Las ventajas de ser invisible, o The perks of being a Wallflower, si prefieres el nombre original. El libro lo lees en un día, si quieres. No es muy largo y tiene un lenguaje bastante sencillo. Pero me gustó muchísimo. Probablemente su autor no gane el próximo Premio Nobel (de hecho, no siempre recuerdo su nombre), pero igual me pareció un buen libro. Tal vez sea porque es una novela epistolar, una suerte de diario, como el de Ana Frank, y a mí me gustan mucho ese tipo de libros. O tal vez sea porque es una novela para jóvenes y, cómo joven (joven bastante inmadura, por cierto), me enganché. Pero, en fin, he la cita aquí:
Creo que, si alguna vez tengo hijos y están irritados, no les diré que la gente se muere de hambre en China ni nada parecido, porque no cambiaría el hecho de que estén disgustados. E incluso si otra persona lo tiene mucho peor, eso realmente no cambia el hecho de que tú tienes lo que tienes. Bueno y malo. Como lo que mi hermana dijo cuando yo llevaba ya una temporada en el hospital. Dijo que estaba muy preocupada por ir a la universidad y, en comparación con lo que yo estaba pasando, se sentía muy tonta. Pero no sé por qué se iba a sentir tonta. Yo también estaría preocupado. Y, en serio, no creo que yo lo tenga mejor ni peor que ella. No sé. Es diferente. Quizá sea bueno poner las cosas en perspectiva, pero, a veces, creo que la única perspectiva es estar allí de verdad.
¿Qué piensas? ¿Tiene razón el narrador o no? ¿Son los problemas relativos o no? No sé si a ti te ha pasado, pero a mí sí. Cuando he tenido problemas (cuando los tengo todavía), trato de decirme que mis problemas, en comparación a los de otros, no son tan graves. Trato de decirme que yo no merezco preocuparme o sufrir. Y está bien hacerlo. Está bien poner las cosas en perspectiva, pero no debemos desestimarlos, de eso me he convencido. Saber que los padres de un amigo sufrieron un accidente grave probablemente te hagan pensar que no está bien que tú, con tus padres sanos en casa, te preocupes tanto porque tu enamorado no te llama seguido. Y está bien que te haga pensar eso, en la medida en que puedas estar más agradecida con la vida y aprendas a valorar lo que tienes. Pero no está bien, eso creo, eso cree el narrador, pensar que tu problema particular, tu preocupación inmediata, no sea válida también. Porque el ejemplo del enamorado que no llama parece un poco tonto, pero digamos que no llama casi nunca, digamos que realmente estás empezando a creer que ya no te quiere, digamos que estás muy enamorada y te duele muchísimo solo pensar que él no esté enamorado de ti (lo sé, muy melodramática, pero así recordarás mejor el ejemplo). Entonces tal vez el ponerte las cosas en perspectiva te ayude un poco, pero no cambiará los hechos, no hará que de pronto tus problemas, tus insignificantes problemas, ante los ojos de otros, se solucionen en un dos por tres.

Un chico una vez me dijo, cuando trataba de explicarle por qué me sentía mal en ese momento, que yo no tenía idea de lo que era un problema de verdad. Yo sabía que él también tenía problemas graves entonces. Yo misma, mientras le contaba mis cosas, me sentía un poco estúpida porque sabía que él, como el narrador de la cita de arriba, lo tenía, en teoría, peor que yo. Pero eso no cambiaba mucho las cosas. Sobre todo porque, eso el chico no lo sabía, yo antes también había tenido problemas graves, parecidos a los suyos, pero esos problemas no me habían hecho sentir tan mal. Esos problemas, los graves, los horrendos, los legítimos, no me habían afectado tanto. En cambio esos otros, los problemas que el resto de personas llamaría tontos, casi acaban conmigo y, de nuevo, lo siento por el melodrama, pero es la verdad. Nunca sabemos cómo y cuánto nos afectarán las cosas. Tal vez, para el narrador de la cita de arriba, estar en el hospital no era tan malo, como sí lo era para su hermana su preocupación por ir a la universidad. Tal vez hay cosas insignificantes que nos afectan muchísimo y cosas muy graves con las que, quién sabe por qué, sí podemos lidiar. ¿Entonces cuáles son realmente los problemas graves? ¿Aquellos que son graves para la opinión pública o aquellos que nos afectan de verdad? También depende de cada persona, por supuesto, porque mientras algunos pueden lidiar con todo, otros, con algo pequeño, se pueden derrumbar. Pero ahí lo dejo, querido lector imaginario, porque creo que de nuevo he escrito mucho y no he dicho nada, para variar. Te recomiendo el libro, no porque sea una obra maestra (o quizás sí lo es), sino porque es entretenido. Además, porque tiene pequeñas sorpresas, como esa cita que me gustó tanto, que te pueden hacer pensar. Si quieres también puedes ver la película (sale Emma Watson), pero ya sabes que no es lo mismo, nunca lo es.

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