Me han dicho que sí podré vivir con un centímetro menos de pantalla por la caída de mi laptop del viernes pasado. Es cosa de acomodarse y acostumbrarse. No queda de otra: por ahora no tengo tiempo para ir a ver a algún técnico y, después, probablemente no me alcance el dinero.
Sin embargo, un par de horas después de haberte escrito la última entrada, querido lector imaginario, algo nuevo le sucedió a mi laptop que realmente me asustó. Eso no podía ser bueno, especialmente porque tiene una enorme carita triste al inicio del mensaje y, al final, te dice que busques para más información este error: WHEA_UNCORRECTABLE_ERROR. Uncorrectable error? Are you freaking kidding me?
La pantalla se me había puesto azul antes, pero esta vez, mientras buscaba información sobre el error en internet, asumí que podía ser por la caída y me asusté. Tampoco podía hacer mucho en ese momento así que simplemente reinicié la máquina y seguí redactando mi trabajo final.
Ah, sí, estoy en exámenes finales y, como este ciclo me he dedicado a la buena vida y a la vagancia (no sé si puedo llamarla buena vida pero definitivamente sí vagancia), en estos días estoy como loca leyendo todas las lecturas que no he leído en los últimos meses y sacando de debajo de la manga monografías y ensayos para entregar. Y mi laptop y yo estamos sobreviviendo. Si no míranos aprovechando todo lugar y momento para avanzar y avanzar:
Desde los asientos traseros de autos en movimiento hasta, por supuesto, el clásico café en Starbucks hasta que cierren a las once de la noche y tengas que regresar a tu casa para continuar (pedí un latte de vainilla: perfecto). Lo importante, querido lector imaginario, es no morir en el intento. Ayer me amanecí viendo una maratón de los peores tatuajes de Estados Unidos, pero hoy, apenas termine de escribirte, terminaré con un trabajo más. Además, ya casi no se nota que mi pantalla tiene una franjita negra al lado izquierdo, ¿verdad? Tal vez sí podré vivir con eso, después de todo. Solo tendré que ser extra cuidadosa para no maltratar la parte dañada. No sé cómo lo haré si mi laptop suele ir en la canastita de mi bicicleta y salta con el resto de cosas cada vez que no puedo evitar un bache. Ay, Dios. Mi laptop tendrá que volverse fuerte de nuevo porque no se me ocurre otra solución.
Ah, sí, estoy en exámenes finales y, como este ciclo me he dedicado a la buena vida y a la vagancia (no sé si puedo llamarla buena vida pero definitivamente sí vagancia), en estos días estoy como loca leyendo todas las lecturas que no he leído en los últimos meses y sacando de debajo de la manga monografías y ensayos para entregar. Y mi laptop y yo estamos sobreviviendo. Si no míranos aprovechando todo lugar y momento para avanzar y avanzar:
Desde los asientos traseros de autos en movimiento hasta, por supuesto, el clásico café en Starbucks hasta que cierren a las once de la noche y tengas que regresar a tu casa para continuar (pedí un latte de vainilla: perfecto). Lo importante, querido lector imaginario, es no morir en el intento. Ayer me amanecí viendo una maratón de los peores tatuajes de Estados Unidos, pero hoy, apenas termine de escribirte, terminaré con un trabajo más. Además, ya casi no se nota que mi pantalla tiene una franjita negra al lado izquierdo, ¿verdad? Tal vez sí podré vivir con eso, después de todo. Solo tendré que ser extra cuidadosa para no maltratar la parte dañada. No sé cómo lo haré si mi laptop suele ir en la canastita de mi bicicleta y salta con el resto de cosas cada vez que no puedo evitar un bache. Ay, Dios. Mi laptop tendrá que volverse fuerte de nuevo porque no se me ocurre otra solución.
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