La Feria Internacional del Libro de Lima se inauguró ayer en Jesús María y, a pesar de lo que me había dicho a mí misma un par de años atrás, fui y fui dispuesta a gastar. Lo que sucede, querido lector imaginario, es que compro muchos más libros de los que puedo leer. Con tantos libros nuevos esperando ser leídos no es lógico seguir comprándolos, ¿cierto? Bueno, hice caso omiso a esta premisa y saqué la tarjeta (de débito, tampoco hay que ser irresponsable) para ceder a mis más profundos impulsos.
Treinta ejemplares en total en el primer día. No está mal, ¿no? Admito que solo catorce son míos exclusivamente, pero igual. Lo que me animó a ir a la Feria este año fue el país invitado: Francia. Verás, querido lector imaginario, desde hace meses quería comprar la edición francesa de Los Miserables pero no sabía dónde. En la Feria del Libro de este año la pude encontrar. Y no solo ese título. Como estoy muy orgullosa de ella, voy a compartir contigo la lista de libros que compré:
- He derrotado a Hitler, de Rubino Romeo Salmonì, prisionero de Auschwitz que inspiró la historia de Roberto Benigni en La vida es bella
- Le Père Goriot, de Balzac, en francés, por supuesto, y a solo veinte soles, además.
- 1984, de George Orwell, en inglés, porque me lo recomendó mi hermana.
- Del ser médico, de Javier Cieza Zevallos, un libro de medicina para mi hermana, porque ella me lo recomienda todo.
- An Abundance of Katherines, de John Green, para mi hermana, pero también para mí, porque admito que no me desagrada el señor Green.
- Punto de fuga, de Jeremías Gamboa, para estudiar sus cuentos además de la novela que reseñé aquí.
- El Aleph y otros cuentos, de Borges, porque no es bonito leerlos solo de internet.
- Les Misérables, de Víctor Hugo, en francés, el libro que desde hace mucho tiempo estaba buscando.
- Le Petit Prince, de Antoine de Saint-Exupery, en francés.
- Comment j'ai vaincu ma peur de l'avion, de Mario Vargas Llosa, en francés.
- Un rasta à Berlin, de Mario Vargas Llosa, en francés también.
- La literatura es mi venganza, de Mario Vargas Llosa y Claudio Magris, porque la contraportada capturó mi atención.
- To Kill a Mockingbird, de Harper Lee, porque escuchamos que era considerada la mejor novela americana del siglo XX.
- Moby Dick, de Herman Melville, es un clásico, vamos.
- El viejo y el mar, de Ernest Hemingway, que, aunque ya lo he leído, también es un clásico y simplemente lo quería tener.
¿Sabes de lo que me di cuenta al llegar a casa y colocar estos nuevos títulos junto a los anteriores que todavía siguen sin leer? Que un libro, además de ser una fuente riquísima e inagotable de vida, de muchas vidas, es también un objeto que tiene un valor por sí mismo, como una obra de arte casi, que puede apreciarse también por su forma y no solo por su contenido. Por eso, a pesar de saber que las probabilidades de que termine de leer todos los libros que acabo de presumir antes de comprar nuevos son mínimas, igual sigo comprándolos, porque me gustan, no solo por las historias a las que dan vida sino también por los objetos materiales valiosos que son.
La Feria Internacional de Libro de Lima abrió sus puertas este 17 de julio y continuará hasta el 2 de agosto, de 11:00 a. m. a 9:30 p. m., no hay excusas para no ir. Y si tenías la excusa que yo he usado para los dos últimos años, querido lector imaginario, "para qué comprar más libros si todavía no termino los que ya compré", pues solo te digo que te des el gusto. Un libro de más nunca hará daño, confía en mí.
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