sábado, 4 de noviembre de 2017

La voz a ti debida, de Pedro Salinas


La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.




BUM.
Saca el pañuelo.
Lo siento, querido lector imaginario. Alguien me pasó este poema y yo tuve el deseo de pasárselo a alguien más. Pero como no lo voy a hacer, como prefiero no pasárselo a nadie y nunca tener que volver a sentirme identificada con sus versos, entonces te lo dejo a ti, para que llores si tienes que hacerlo (mentira, yo sé que tú estás hecho de acero).

Un beso, y perdón por no estar tan activa por aquí (estoy con grandes planes que abarcan casi todo mi tiempo; después te cuento).